Formación y capital humano deben ir de la mano para dar respuesta a los nuevos retos . Ello implica un cambio en la forma de entender la educación, pasando de entender el proceso de enseñanza como transmisión de conocimientos a desarrollar una formación que proporciona a las personas las habilidades necesarias incluyendo dimensiones como la formación personal, social y profesional para enfrentarse a los difíciles retos laborales de la sociedad que se está configurando.
Dicho cambio exige una educación que ayude a superar la crisis económica a través de la superación de las desigualdades y la exclusión de los grupos más desfavorecidos, destinando los recursos de forma prioritaria a tal fin, pues aunque se intenten imponer medidas de austeridad extrema, lo que está en juego es una sociedad más justa, en donde primen los valores éticos sobre los intereses materiales, y ello no debe ser una utopía.
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